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asomaron en ese momento por la entrada de la reducida cámara.

Una pequeña fiesta de familia dijo; pero, me parece, Holmes, que yo también podía tomar un trago de aquel frasco. Bueno. Me parece que todos podemos felicitarnos mutuamente. Listima que al otro no hubiésemos podido cogerlo vivo también; pero no hubo más remedio. Y la verdad es, Holmes, que usted debe confesar que dió la orden á tiempo. No podíamos hacer otra cosa.

—Lo que concluye bien, está bien dijo Holmes, pero les aseguro que yo no sabía que La Aurora era tan ligera.

—Smith dice que es una de las más rápidas del río, y que si hubiera tenido en la máquina á otro hombre para ayudarle á manejarla, nosotros no habríamos podido nunca darle alcance.

Smith jura que no sabía una palabra del asunto de Norwood.

—Es verdad—dijo en voz alta nuestro prisionero—ni una palabra. Yo escogí su lancha porque había oído decir que era muy rápida. No le dijimos la menor cosa de nuestros asuntos; le pagamos bien, y le ofrecimos además una buena gratificación si lográbamos tomar en Gravesend nuestro barco, el Esmeralda, que sale para el Brasil,