Página:La señal de los cuatro - Arthur Conan Doyle (1909).pdf/159

Esta página no ha sido corregida
— 161 —

quina, y en la proa dos fornidos inspectores de policía.

¿En qué dirección?preguntó Jones.

—Hacia la Torre. Dígales usted que pasen por enfrente del astillero de Jacobson.

Nuestra embarcación era evidentemente muy rápida. Dejamos atrás un gran número de barcas cargadas, con tanta velocidad que parecía que todas estuvieran paradas. Holmes se sonrió, satisfecho al ver que, casi con la misma facilidad, alcanzábamos y pasábamos un vapor.

—Parece que con éste podemos alcanzar á cualquier embarcación dijo.

No tanto; pero pocos son los vaporcitos de esta clase que nos podrán aventajar.

—Tenemos que cazar á La Aurora que goza fama de muy veloz. Voy á contarle á usted, Watson, en qué estado se hallan las cosas. ¿Recuerda usted cuando me fastidiaba el verme detenido por un obstáculo tan pequeño?

—SI .

—Bueno. Comencé por dar completo descanso á mi mente, sumergiéndola en un análisis químico. Uno de nuestros más grandes estadístas ha dicho que el mejor descanso es un cambio de ocupación. Y así es. Cuando ya hube conseguido disolver el hidrocarbono, volví á pensar en el problema de los Sholtos, y recapacité sobre LA SE ÑAL . 11