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PARAM

—Su amigo el señor Sherlock Holmes, es un hombre maravilloso, señor continuó el detective on voz baja y tono confidencial. Es un hombre que nadie puede vencer. He visto á ese joven operar en gran número de asuntos, y no puedo decir que en uno solo haya dejado de producir completa luz. Es irregular en sus procedimientos, y tal vez algo ligero para engolfarse en teorías, pero, en conjunto, habría sido el mejor oficial del cuerpo de detectives, y lo digo sin cuidarme de que se sepa ó no esta opinión mía.

Esta mañana recibí un telegrama suyo, del que infiero que tiene algunos datos sobre el asunto Sholto. Este es el telegrama.

Sacó el papel del bolsillo y me lo dió á leer.

Estaba fechado en Poplar, á las 12, y decía:

«Vaya usted inmediatamente á Baker Street.

» Si no he vuelto, espéreme. Sigo de cerca la pis»ta á la pandilla Sholto. Usted puede venir con »nosotros esta noche, si desea tomar parte en »el desenlace.» —Esto suena bien—dije. — Seguramente ha encontrado otra vez el rastro.

— Ah ! Quiere decir que él también se había equivocado? Hasta los mejores se extravían á veces. Por supuesto, que esto mismo puede ser una falsa alarma; pero como funcionario de la ley, mi deber es no dejar escapar la menor pro-