Página:La señal de los cuatro - Arthur Conan Doyle (1909).pdf/137

Esta página ha sido corregida
— 139 —

IX

La cadena se rompe.

Ya estaba bastante entrada la tarde cuando me desperté, fortalecido y rehecho. Sherlock Holmes se hallaba sentado exactamente como yo lo había dejado, con la única diferencia de que en lugar del viclín tenía en las manos un libro cuya lectura lo absorbia. Al sentir que me incorporaba me miró, y yo noté que su rostro estaba sombrio y turbado.

—Ha dormido usted con profundo sueño—me dijo.—Yo temía que nuestra conversación lo despertara.

—No he oído nada—le contesté.—¿Tiene ustcd nuevas noticias?

—No, desgraciadamente. Confieso que estoy sorprendido y contrariado. Ya para estas horas esperaba alguna información satisfactoria, y