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dremos en nuestras manos la otra punta del hilo rotoitude —Me parece que Toby podría comerse estos restos. Va usted á acostarse, Holmes?

¿ No; no me siento cansado. Mi temperamento es muy curioso. Nunca me ha cansado el trabajo, y la ociosidad me causa una fatiga abrumadora. Ahora voy á fumar y á reflexionar.

Lindo asunto el que nos ha proporcionado mi graciosa cliente. Si jamás tarea fácil estuvo en manos de un hombre, esa es la nuestra. Los hombres con pierna de palo no son tan comunes, pero me parece que el otro debe ser un personaje único.

Otra vez ese hombre!!

—No pensaba de ningún modo hacer de esto un misterio para usted, y supongo que usted mismo se ha formado su opinión. Si no, examine usted bien estos datos: huellas de pies diminutos, dedos jamás apretados por el calzado, pics descalzos, una maza de piedra atada á un palo, gran agilidad, flechas envenenadas. ¿Qué deduce usted de todo esto?

—Un salvaje — exclamé.—Tal vez uno de los indios que Jonathan Small tenía como socios en el asunto del tesoro.

—Dificulto que sea uno de esos. En el primer momento que vi esas armas tan extrañas, me