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2. La Sacerdotisa En la elegía 1.6, que cierra el çiclo de Delia, la simple hechicera alcanza estatura de sacerdos: Sic fieri iubet ipse deus, sic sacerdos vudvu est mihi diuino uaticinata sono: haec, ubi Bellonae motu est agitata, nec acrem flammam, non amens uerbera torta timet; ipsa bipenne suos caedit uiolenta lacertos sanguineque effuso spargit inulta deam, stat latus praefixa ueru, stat saucia pectus, et canit euentus quos dea magna monet: «Parcite, quam custodit Amor, uiolare puellam, nec pigeat magmo post didicisse malo: attigerit, labentur opes, ut uulnere nostro sanguis, ut hic uentis diripiturque cinis.» Et tibi nescio quas dixit, mea Delia, poenas: si tamen admittas, sit precor illa leuis. vv.43-56 Así ordena el dios mismo que suceda, así la magna sacerdotisa me lo vaticinó en un sueño divino: ésta, cuando es agitada por la conmoción de Belona, no teme ni la llama acre, ni enajenada los desgarradores azotes; ella misma llena de violencia corta su brazos con un hacha y desasosegada rocía con la sangre derramada a la diosa, permanece clavada en el costado con una pequeña lanza dardo, permanece desgarrada en el pecho, y canta los sucesos venideros que la magna diosa anuncia: «Cuidaos de violentar a la jovena quien el Amor custodia, y no te arrepientas después de haber aprendido por un gran mal: tócala, caerán las riquezas, como de nuestra herida la sangre, y como esta ceniza es arrebatada por los vientos». Y para ti, Delia mía, no sé las penas que ha anunciado: sin embargo, si lo mereces, ruego que ella sea benigna contigo. 95