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Pero la que ha sido buena, y no avara, es lícito que viva cien años, y se llore ante su pira ardiente; y si alguno más anciano venera los antiguos amores, pondrá cada año una guirnalda en el túmulo que le hubiere erigido; y «bien», se irá diciendo, «descansa plácidamen- te, y, tranquila, que la tierra sea liviana sobre tus huesos». La bona se caracteriza por no ser avara y se diseña en un cuadro completamente opuesto al del tibi (v.39); el yo, que parece estar parodiando el tono de los moralistas, recupera la imagen de la ancianidad compartida que recuerda el amoris exemplum de 1.6.85-86, con el deseo expreso de una perdu- rable vida de amor que semuestre (cana.coma) aunconlas cabezasencanecidas. Los veteres...amores se combinan con el motivo del duelo por la amada muerta - aquí con cien años, en neta venerabilidad - y la devoción del enamorado que visita la tumba. Sin embargo, el pasaje final vuelve al punto de partida con lo que se en- laza el motivo del seruitium irrevocable a la domina. Reaparece aquí también el motivo de la magia (vv.55-60) - a diferencia del I, poco frecuente en el Libro II -, que incluye una mención de Medea. Adiós muchachas (2.6) La elegía tiene un tono monológico que prolonga los modos del poema precedente y se concentra en ellamento elegíaco del seruitium amoris (cf. O'Neil 1967). Némesis ocupa una proporción reducida de versos (vv.28-40) y la sección final se dedica a la lena Frine. Los versos iniciales presentan la convencional oposición otium-militia que impulsa al poeta, alejado del ideal rústico, a ser otro e imaginarse soldado: Quod si militibus parces, erit hic quoque miles, ipse leuem galea qui sibi portet aquam. Castra peto, ualeatque Venus ualeantque puellae: et mihi sunt uires et mihi facta tuba est. vv.7-10 86