Página:La romana. Presencia de la mujer en las Elegías del Corpus Tibullianum.djvu/73

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si lo mereces, ruego que ella sea benigna contigo. No te perdono yo por ti, sino que me mueve tu madre, y la dorada anciana derrota mis iras. Esta te condujo a mí en lastinieblas y con mucho temor, callada, unió nuestras manos en secreto; ella permanece en lo nocturno junto a las puertas y de lejos conoce el ruido de los pies cuando yo vengo. Vive para mi durante mucho tiempo, dulce anciana; si fuera posible, querría yo contigo tributarte mis propios años. Te amaré y amaré siempre a tu hija por tu causa: cualquier cosa que haga, sin embargo ella es tu sangre. Este cambio, si bien bastante inesperado, no es extraño en Tibulo. Ya se ha observado cómo, en 1.5 (vv.47 y ss.), la aparición de una figura femenina - la lena- concentra las iras del poeta y disuelve la culpabilidad de la mujer amada. Aquí es la dulcis anus quien aparece para disolver el conflicto y operar un cambio de disposición en el enamorado despreciado. A ella - que ha velado por los amores furtivos de su hija - le pide que enseñe a su hija la castidad. En este cuadro, es difícil no coincidir con Gaisser advirtiendo una ironía de base en la situación que el poeta diseña. Llamamos brevemente la atención sobre un pasaje del final de la elegía que hoy sería rotulado como el tema de la mujer golpeada: non ego te pulsare uelim, sed, uenerit iste si furor, optauerim non habuisse manus; vv.73-74 no querría yo golpearte, pero, si me hubiera venido este furor, preferiría no haber tenido manos; Resuenan aquí, como en tantos otros motivos del poema, pasos de comedia, el gag la amenaza con palizas: esta composición is the nearest of Delia elegies to Comedy (Lee p. 22). No sería improbable, sinembargo, que las mujeres, desde las comunes meretrices hasta las matronas libertinas, padecieran violen- cia física por parte de sus amantes, como podría sugerir este pasaje. Pero el peor castigo, poético y definitivo, que la mujer recibirá será la oprobiosa vejez, 73