Página:La romana. Presencia de la mujer en las Elegías del Corpus Tibullianum.djvu/69

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Illa quidem iurata negat, sed credere durum est: sic etiam de me pernegat usque uiro. vv.5-8 Pues ya me son tendidas las redes: ya Delia, furtivamente, no sé a quién, astuta, favorece en la callada noche. Ella ciertamente lo niega con juramentos, pero es difícil creerle: así también niega aún de mí a su marido. El juego elegíaco alcanza en este punto su culminación; la mujer, que supuestamente sólo ha cedido a los interminables llamados del poeta-amante para atender su amor, se ha vuelto completamente sospechosa por esta misma razón. Ya resulta difícil creerle (credere durum est) por más que jure: también ha engañado a su marido y ha negado que el poeta fuera su amante. Esta lógica impuesta al comportamiento femenino, suele actuar inexorablemente en su contra, y no puede dejar de recordarse mutatis mutandis la insidiosa adverten- ən desencadena la tragedia de Otelo: Desdémona lo engañará porque ya ha engañado antes a su padre para poder unirse a su amado. De inmediato se retoma el motivo del ne timide custodes, Delia, falle de cia 1.2.15, retrospectivamente considerado como la perdición del enamorado que hiciera tal llamado: Ipse miser docui, quo posset ludere pacto custodes: heu! heu! nunc premor arte mea. Fingere tunc didicit causas ut sola cubaret, cardine tunc tacito uertere posse fores; tunc sucos herbasque dedi quis liuor abiret quem facit impresso mutua dente uenus. vv.9-14 Yo mismo, mísero, le ensefié el modo por el que pudièra engañar a sus guardianes: ay! ay! ahora soy capturado por mi propia arte. Le enseñé entonces a imaginar causas para dormir sola, entonces a poderabrir las puertas sin que rechine el gozne; entonces le di jugos y hierbas con que quitar la marca morada que hizo el mutuo ardor habiendo sido impreso el diente. 69