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non agnamue sinu pigeat fetumue capellae desertum oblita matre referre domum. vv. 31-32 ono me apenaría llevar a casa una cordera o una cabrito abandonado por su madre olvidadiza. Sin embargo, el centro del poema lo ocupan las figuras de Mesala, y la propia figura del poeta, en este caso junto a su amada Delia (v.53 y ss.). La obra de Tibulo no ofrece demasiados indicios como para sostener un tratamiento irónico de Mesala, sino más bien lo contrario. Sin embargo, esta elegía presenta un movimiento que no puede dejar de despertar cierta suspi- cacia con respecto a la correcta interpretación de su mensaje. El poema, como se ha visto, se abre con un declarado desdén hacia todo el que codicia diuitias y multa iugera, y se opone la vida del rústico con sus notas poéticamente distintivas. Este cuadro de la vida del rusticus se cierra con las formas desiderativas que aparecían al comienzo, incluyendo esta vez el motivo de la puella: Hoc mihi contingat: sit diues iure, furorem qui maris et tristes ferre potest pluuias. O quantum est auri pereat potiusque smaragdi, quam fleat ob nostras ulla puella uias. vv.49-52 Esto me corresponda: sea rico por derecho quien puede sobrellevar el furor del mar y las tristes lluvias. Oh, perezca cuanto hay de oro y de esmeralda, antes que alguna joven llore por nuestros caminos. En la parte central aparece nuevamente la contraposición del yo, esta vez no al indefinido alius sino a Mesala: Te bellare decet terra, Messalla, marique, ut domus hostiles praeferat exuuias: 50