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Consideraciones finales Se ha ido tratando, a través de los poemas escogidos del Corpus Tibullianum, distintas presencias femeninas cuyo centro de gravedad se sitúa en la imagen de la mujer amada. Delia y Némesis han sido consideradas en detalle, siguiendo el movimiento erótico-amatorio que les confiere su singular estatu- ra, no sólo en el corpus poemático, sino también en la poesía latina. Añadiremos, pues, sólo unas breves observaciones finales a título de conclusión acerca de las figuras femeninas estudiadas. Con respecto a la mujer amada, Tibulo - y en general los elegistas- ofrece un particular juego de efectos por la selección y transformación de lo tradic.o- nalmente aceptado, junto a lo que se configura como expresión de disgusto y condena el estado de cosas contemporáneo. Si hay que hablar de la romanidad de la elegía erótica, creemos que éste es un punto característico: la hostigación del presente. Condenando a su tiempo, Tibulo es enérgico como Cicerón, desdeñoso como Salustio o pesimista como Séneca. Esta situación retórica, que puededefinirse como"situación dealteridad", y significa el establecimiento de la identidad como separación del entorno, puede resolverse de muchas maneras, algunas de las cuales pasan por la literatura en general, y la poesía en particular (o viceversa, según prefiera mirarse). Roma frente a Grecia, los noui frente a la nobilitas, modernos frente a antiguos, el filósofo frente al mundo, el moralista frente a la sociedad, el poeta frente al hombre vulgar, en todos los casos se da una relación de mejor a peor, en la que lo distinto se asocia con lo superior. El romano, así, es siempre revolucionario, incluso en sus momentos más arcaizantes'. Esta actitud hostil hacia lo contemporáneo - que sin duda puede considerarse básica de la lírica amatoria - se reconoce ya en Catulo: la necedad de elogiar a Ameana, antes que a Lesbia se rubrica con la afirmación O saeclum insapiens et infacetum! (C.43,8), que transporta un enunciado público y grandilocuente a un pequeño pleito privado. En los elegistas, estos juegos de elogios de formas tradicionales (vida rural, amor con rasgos matrimoniales) se combina con el rechazo del negotium público y político, y del nuevo producto 113