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ut mea luxuria Nemesis fluat utque per urbem incedar donis conspicienda meis; vv.51-52 Correspondientemente, el rechazo del campo aparece en esta elegía como una concesión contra-programática al imperio de la mujer: horrida uillosa corpora ueste tegant v.76 En el despliegue compositivo elegíaco, Tibulo construye el movimiento emotivo reformulando imágenes con valores alterados. El poeta selecciona una serie de imágenes que sirven de apoyo para diagramar el motivo erótico: campoy ciudad se valoran positiva y negativamente hasta el momento en que se impide el amor de Némesis. Entonces, el poeta invierte su valoración como gesto consagratorio de su aparentemente completa sumisión a la mujer, como hemos observado en nuestro extenso análisis de la elegía 2.3.. El caso de Sulpicia se le opone en la medida en que el único factor de valoración es la compañía del amado. De este modo, se presenta una construcciónidentificable como discurso femenino: el hombre tiene una concepción de la sociedad - una especie de ideario donde se integran datos cívicos, políticos, morales, filosófi- cos, estéticos, muchas veces puestos en discusión, - y una del amor - "román- tico", anti-social y contestatario en ocasiones -, que trata de compatibilizar, y que informa el discurso elegíaco en todas sus tensiones y contradicciones; en Sulpicia no se perciben conflictos de este orden: la única imagen de la "realidad" social se da a través del amor, y éste es el rasgo más decisivo para su constitución discursiva como mujer. La forma, epigramática a lo Catulo más que elegíaca, acompaña esta concisión expresiva. Porque sin duda en el contexto literario en el que se inserta poema, la afirmación Dulcius urbe quid est? suena casi como un desafío al el programa tibuliano, lanzado en forma de pregunta a un establishment poético que habitualmente afirma lo contrario. Los vv.3-4 recuerdan, asimismo, los tibulianos 2.3.65-67, con significati- vas diferencias. 110