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acerca de lo precedentemente dicho. El ciclo de Sulpicia y Cerinto ha recibido alguna corsideración en los últimos años gracias a haber ganado adeptos la teoría de que representa uno de los escasos ejemplos de literatura femenina en la Antigüedad. Decir que Sulpicia fue, en la realidad, la nieta de Servio Sulpicio Rufo, según se ha visto, intenta establecer un hecho histórico a partir de datos y asociaciones de información discontinua para el que se requiere el uso frecuente del ingenium, cuando no de la fantasía hermenéutica, capaz de convertir aCerinto, por ejemplo, en una especie de gigoló. Unido a esto, el tono normal de estas elegías amatorias invita a pensar en una voz de la sensibilidad femenina, que se expresa con algo de rusticidad estilística, proveniente de una supuestamente inferior maestría literaria que se les adjudicaba, en general, a las mujeresen esos tiempos, como correlato de ciertas restricciones intelectua- les que encuentran correspondencia en la inferior situación legal de la mujer. Esto ha constitudo "la trampa de la elegía" en la que resulta haber caído una gran parte de la crítica del s.XIX, y también muchos en nuestro siglo. Recordamos las palabras de Valéry: cuando habla el alma, ya no habla el alma. La expresión de sentimientos es uno de los pasos más sofisticados del arte de la poesía. Se trata del ajuste de lo informe a la forma, de la sin razón (la amentia del pathos) a los cálculos y estrategias de la razón (metro, cursus sintáctico, composición de imágenes). El individuo se presta atención a sí mismo y adquiere nuevas perspectivas del comercio con la realidad, y tal indagación le procura el plus intelectual de la autoconciencia que le confiere la autoridad de "saber cómo son las cosas". Que los demás (la amada, los conciudadanos, los hombres de negotia) no la reconozcan, revela el estado de enajenamiento y degradación del mundo circundante. El resultado poético suele ser una obra de alta tecnología que oculta su complejidad en cierto diseño de líneas que crean el efecto de "sinceridad", "verdad del corazón", "inmediatez de emocio- nes". Si la elegía amatoria tuvo un éxito sostenido por los siglos hasta nuestros días, comose ha dicho, es porque el "poeta personal", el yo del individuo que habla, es capaz de acondicionar gracias a su techne experiencias tan privadas como comunes. No es curioso que los poetas elegíacos augusteos, cuando se ocupan delamor y de la amada, se presenten en términos tan llamativamente similares. Desde las condiciones del yo, el poeta recupera un buen número de 107