tiva que instructiva, y por consiguiente de una importancia mayor ¿Cómo no darle, entonces, con un poco de psicología, el criterio científico necesario para una observación inteligente? ¿Cómo quitarle el único ramo que, por su propia naturaleza, ha de constituir la base de su ilustración?
¡Para eso habrá tenido sesenta y siete horas de letras en tres años, y sabrá, como su ministerial progenitor, conjugar sin trabas el pluscuamperfecto del verbo «ignorar» en el puesto á que se le dedique!
Concluye por fin su carrera y obtiene su título, siempre, dice el digesto (art. 3.°) que al término del último año hubiera cumplido 18 si es mujer y 20 si es varón. Perfectamente; todos los países fijan un mínimum de edad para el ejercicio del magisterio; pero ese límite está determinado por la edad del ingreso á los estudios y por la extención de éstos. No tiende únicamente á impedir que enseñen maestros demasiado jóvenes, sino también (y por esto se fija concurrentemente una edad de ingreso) á que los maestros reciban la enseñanza en una edad apta para asimilarla bien.
Con el sistema implantado no se habrá conseguido esto, que es lo más importante; en cambio, los maestros infantiles podrán ser, mientras cumplen