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por ejemplo, distinguiendo el statu quo de hecho y de derecho; "el probabilismo", que consiste en fingir que los demás abrigan perversas intenciones o van probablemente a romper el equilibrio para justificar así cierto derecho a la expoliación y ruina; de otros Estados pacíficos; por último, et "pecado filosófico" o pecadillo de poca monta, que consiste en considerar como pequeñez fácilmente disculpable el que un Estado fuerte y poderoso conquiste a otro pequeño y débil para el mayor bien de la humanidad (1).

Excusa de tal proceder suele buscarse en la doble actitud que la política adopta con respecto e las dos ramas de la moral-El amor a los hombres y el respeto al derecho del hombre son deberes ambos. Pero aquél es un deber condicionado; éste, en cambio, es deber incondicionado, absoluto. Antes de entregarse al suave sentimiento de la benevolencia, hay que estar seguro de no haber transgredido el ajeno derecho. La política se armoniza fácilmente con la moral en el primer sentido, en el sentido de Etica y benevolencia universal, pues no le importa sacrificar el derecho del hom(1) Se encontrarán ejemplos de todas estas máximas en el tratado del Consejero áulico, Garve, Sobre la relación de la moral con la políticas. Este respetable sabio confiesa de antemano que no puede dar a la cuestión una respuesta completamente satisfactoria. Pero aceptar la armonía entre ambas esferas, concediendo, sin embargo, que no es posible contestar a todas las objeciones, que contra ella se esgrimen, (no es dar demasiado a los que siempre están dispuestos a hacer mal uso de esas objeciones?