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jurisconsulto que ha elegido como símbolo la balanza del derecho y la espada de la justicia, suele usar la espada, no sólo para apartar de la balanza todo influjo extraño que pueda perturbar su equilíbrio, sino a veces también para echarla en uno de los platillos-væ victis-. El jurista, que no es filósofo al mismo tiempo-ni en cuanto a la moralidad, siente una irresistible inclinación muy propia de su empleo a aplicar las leyes vigentes, sin investigar si estas leyes no serían acaso susceptibles de algún perfeccionamiento; y porque este rango, en realidad, inferior de su facultad, va acompañado de la fuerza, estímala por superior.

La facultad de filosofía está muy por debajo de las fuerzas unidas de las otras. Dícese, por ejemplo, de la filosofía que és la sirvienta de la teología y lo mismo de las otras dos. Pero no se aclara bien si su servicio consiste "en preceder a su señora, llevando la antorcha, o en seguirla, recogiéndole la cola".

No hay que esperar ni que los reyes se hagan filósofos, ni que los filósofos sean reyes. Tampoco hay que desearlo; la posesión de la fuerza perjudica inevitablemente al libre ejercicio de la razón. Pero si los reyes o los pueblos príncipes pueblos que se rigen por leyes de igualdad, no permiten que la clase de los filósofos desaparezca o enmudezca; si les dejan hablar públicamente, obtendrán en el estudio de sus asuntos unas aclaraciones y precisiones de lasque no se puede prescindir. Los filósofos son Tighty Google