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debió invadir la comarca y empujar una parte de los habitantes hacia las inhospitalarias regiones heladas, adonde de seguro no hubieran ido por própia inclinación (1). De igual modo los Lapones, que viven en las comarcas más septentrionales de Europa, tienen una lengua muy parecida a la de los Húngaros, de quienes fueron separados por Godos y Sármatas invasores. ¿Qué motivos, si no la guerra, pueden haber empujado a los Esquimales-raza totalmente distinta de las americanas y probablemente oriunda de un antiquísimo pueblo nómada europeo-, a establecerse en el Norte de América y a los Pescadores en el Sur, hasta la tierra de Fuego? La naturaleza utiliza la guerra como un medio para poblar la tierra entera.

La guerra, a su vez, no necesita motivos e impulsos especiales, pues parece injertada en la naturaleza humana y considerada por el hombre como algo noble, que le anima y entusiasma por el honor, sin necesidad de intereses egoístas que le (1) Podría preguntarse; si la naturaleza ha querido que esas regiones heladas no permanezcan desiertas, ¿qué será de los que las habitan, cuando llegue un día en que las corrientes marinas no lleven madera a aquellas costas? En efecto, ha de ocurrir que, con el progreso de la civilización, los habitantes de las regiones templadas aprovechen la madera de los árboles, que crecen en las riberas de sus ríos y no los dejan ir arrastrados por la corriente. Yo contesto: los habitantes de las márgenes del Obi, del Jenisei, del Lena, etc..., comerciarán con sus maderas y las darán a cambio de los productos animales, tan abundantes en las costas de los mares del Norte; cuando la naturaleza haya instituído entre ellos una paz duradera.