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la constitución democrática, porque todos quieren mandar. Puede decirse, por tanto, que cuanto más escaso sea el personal gobernante—o número de los que mandan—, cuanto mayor sea la representación que ostentan los que gobiernan, tanto mejor concordará la constitución del Estado con la posibilidad del republicanismo; y, en tal caso, puede esperarse que, mediante reformas sucesivas, llegue a elevarse hasta él. Por los dichos motivos, resulta más difícil en la aristocracia que en la monarquía, e imposible de todo punto en la democracia, conseguir llegar a la única constitución jurídica perfecta, como no sea por medio de una revolución violenta. Pero lo que más le importa al pueblo es, sin comparación, la forma del gobierno[1], mucho más que la forma del Estado—aun


    miento—hay que suponerlo—y comprende que ocupa un cargo demasiado grande y elevado para un hombre: el de administrar lo más sagrado que Dios ha puesto en el mundo, el derecho de los hombres; al verse tan próximo objeto de la mirada de Dios, el príncipe deberá sentirse sin cesar atemorizado.

  1. Mallet du Pan, en su estilo pomposo, pero vacío, afirma que, después de muchos años de experiencia, llegó por fin a convenceste de la verdad que encierra el dicho famoso del famoso Pope: Disputen los tontos sobre cuál es el mejor gobiemo; el mejor gobierno es el que mejor administra. Si esto quiere decir que el gobierno mejor administrador es el mejor administrado, puede replicarse, usando la expresión de Swift, que Pope ha cascado una nuez y le ha salido vana. Pero si se quiere decir que es la mejor forma de gobiemo o constitución, entonces es falso de toda fala sedad, porque los ejemplos de buen gobiemo no prueban nada acerca de la forma de gobierna. ¿Quién ha gobernado