Página:La paz perpetua (Kant, Rivera Pastor tr.).pdf/30

Esta página ha sido corregida

26

es la democracia—en el estricto sentido de la palabra—necesariamente despotismo, porque funda un poder ejecutivo en el que todos deciden sobre uno, y hasta a veces contra uno—si no da su consentimiento—; todos, por lo tanto, deciden, sin ser en realidad todos; lo cual es una contradicción de la voluntad general consigo misma y con la libertad.

Una forma de gobierno que no sea "representativa" no es forma de gobierno, porque el legislador no puede ser al mismo tiempo, en una y la misma persona, ejecutor de su voluntad—como, en un silogismo, la premisa mayor que expresa lo universal no puede desempeñar al mismo tiempo la función de la premisa menor—, que subsume lo particular en lo universal. Y aun cuando las otras dos constituciones son siempre defectuosas, en el sentido de que dan lugar a una forma de gobierno no representativa, sin embargo, es en ellas posible la adopción de una forma de gobierno adecuada al "espíritu" del sistema representativo, como, por ejemplo, cuando Federico II decía, aunque fuese sólo un decir, "que él era el primer servidor del Estado"[1]. En cambio es imposible en


  1. Es frecuente vituperar los altos tratamientos que recibe el príncipe—ungido de Dios, administrador de la vo luntad divina en la tierra y representante del Omnipotente—, considerándolos como burdos halagos, propios para enloquecer de orgullo al monarca. Creo que tales críticas carecen de fundamento. Epos calificativos, lejos de excitar la vanidad del príncipe, más bien deben deprimirla, en la intimidad de su espíritu, si el príncipe es hombre de entendi-