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Su cabeza doblegada
Con profundo desaliento,
Y el color amarillento
Y enfermizo de su tez,
Revelaron á mi alma
A la mísera criatura
Que la copa de amargura
Ha apurado hasta la hez.

A mil tristes reflexiones
Se entregaba el pensamiento,
Cuando á mí, con paso lento,
Un anciano se acercó.
Y fijando en mi semblante
Su mirada bondadosa,
Con voz dulce y cariñosa
A decirme comenzó:

Tú que pasas por el mundo
Repitiendo en tus cantares
Las angustias y pesares
Que en tu senda hallando vas,
De ese sér que allí contemplas
Oye y canta tú la historia
Y en el libro de la gloria
Tú su nombre grabarás....

—Decidme, pues, noble anciano,
Le interrumpí sorprendida,
¿Sabeis la historia, la vida
De aqueste sér infeliz?
¿Por qué la gente al mirarle
Le desprecia ó burla? ¿acaso
Es un ladron, un payaso
O alguna ramera vil?