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imágenes de los dioses; por cierto que a este bellaco sacrílego yo le quiebre las piernas y lo amanse.

Y luego, buscando un palo, encontró con un haz de leña que allí estaba, del cual sacó un leño nudoso y más grueso de cuantos allí habia, y comenzó a sacudirme tantos palos, que no acabó hasta que sonó un gran ruido y golpes a las puertas de casa, y con temeroso rumor de la vecindad, que daba voces: "¡Ladrones, ladrones!" De esto él espantado huyó. Y sin más tardar, súbitamente abiertas las puertas de casa, entra un montón de ladrones, los cuales, armados, cercan la casa por todas partes, resistiendo a los que venían a socorrer de una parte y de otra; porque ellos venían todos bien armados con sus espadas y armas y con hachas en las manos, que alumbraban la noche, de manera que el fuego y las armas resplandecían como rayos del Sol. Entonces llegaron a un almacén que estaba en medio de la casa, bien cerrado con fuertes candados, lleno de todas las riquezas de Milón, y con fuertes hachas quebraron las puertas: el cual abierto, sacaron todas las riquezas que allí había, y muy prestamente hechos sus líos de todo ello, repártenlos entre sí. Pero la mucha carga excedía el número de bestias que lo habían de llevar. Entonces, ellos, puostos en necesidad por la abundancia de la gran riqueza, sacaron del establo a nosotro los asnos y a mi caballo y cargáronnos con cuanto mayores cargas pudieron, y