Página:La metamorfosis o El asno de oro (1920).pdf/75

Esta página ha sido corregida
71
 

lito; culpado que es hombre extranjero. Así que, con mucha constancia y severidad, pronunciad la sentencia contra hombre extraño de aquel crimen y delito que contra un vuestro ciudadano pronunciárades."

De esta manera hablando, aquel recio acusador, en fin, acabó su cruel razón; y luego el pregonero me dijo que si quería responder a alguna cosa a lo que aquel decía, que comenzase. Pero yo, en todo aquel tiempo, ninguna otra cosa podía hacer sino llorar, y no tanto por oír aquella cruel acusación, cuanto por saber y ser cierto que estaba culpado de aquel delito. Con todo eso, Dios me dió un poco de osadía, con que respondí de esta manera:

—No ignoro yo, señores, cuán recia y ardua cosa sea, estando muertos tres ciudadanos, que aquel que es acusado de su muerte, aunque diga verdad y espontáneamente y de su voluntad confiese el hecho, persuada a tanta muchedumbre de pueblo ser inocente y estar sin culpa; mas si vuestra humanidad me quiere dar una poca de audiencia pública, fácilmente os mostraré este peligro de mi cabeza en que ahora estoy, no por mi culpa y merecimiento, sino por caso fortuito y con mucha razón que tuve, lo padezco y sostengo. Porque viniendo de cenar anoche un poco tarde, y habiendo bebido muy bien, lo cual, como crimen verdadero, no dejaré de confesar, llegando ante las puertas de mi posada, que es en casa de Milón, vuestro ciudadano honrado, veo unos