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muerto; pero estas alteraciones atajó el habla del difunto, el cual, dando un gran gemido, dijo:

—Yo os daré muy clara razón de la inviolable y entera verdad, y manifestaré lo que otro ninguno sabe.

Entonces, demostrándome con el dedo, prosiguió, diciendo:

—Porque a este muy sagacísimo y astuto guardador de mi cuerpo, que me velaba muy bien y con muy gran diligencia, las viejas encantadoras, que deseaban cortarne las narices y Grejas, por la cual causa muchas veces se habían tornado en otras figuras, no pudiendo engañar su industria y buena guarda, le echaron un gran sueño, y estando él como enterrado en este profundo sueño, las hechiceras comenzaron a llamar mi nombre, y como mis miembros estaban fríos y sin calor, no pudiendo así presto esforzarse para el servicio del arte mágica; pero él, como estaba vivo, aunque con el sueño casi muerto, y llamábase como yo, levantóse a su nombre, sin saber que lo llamaban; de manera que él, de su propia voluntad, andando en forma de ánima de muerto, aunque las puertas de la cámara estaban con diligencia cerradas, por un agujero, cortadas primero las narices, después las orejas, recibió por mí el destrozo y carnicería que para mí se aparejaba. Y porque el engaño no pareciese, pegáronle allí con mucha destreza cera formada a manera de orejas cortadas, y otra nariz semejante a la suya; y ahora está aquí el mezquino,