Página:La metamorfosis o El asno de oro (1920).pdf/52

Esta página ha sido corregida
48
 

dón de la adivinación que le había hecho, he aquí súbitamente un mancebo de los principales de la ciudad le tomó de la falda por detrás, y como aquel sabió volvió la cabeza, abrazólo y besólo. El sabio, como lo vió,, hízolo sentar cerca de sí, y atónito de la repentina vista de aquel su amigo, no recordándose del negocio que tenía entre manos, dijo al mancebo:

—¡Oh deseado de muchos tiempos! ¿Cuándo eres venido?

Respondió él:

—Si os place, ayer tarde; pero tú, hermano, dime también cómo te aconteció cuando navegaste de la isla de Eubea. ¿Cómo te fué por mar y por tierra?

A esto respondió aquel Diófanes, sabio muy señalado, que estaba privado de su memoria y fuera de sí:

—Nuestros enemigos y adversarios caían en tanta ira de los dioses y tan gran destierro, que fué más que el de Ulises. Porque la nave en que veníamos fué quebrada con las ondas y tempestades de la mar y perdido el gobernalle, y el piloto apenas llegó con nosotros a la ribera de la mar, y allí se hundió, donde perdido cuanto traíamos, nadando escapamos. Después, salidos de este peligro, todo lo que de allí sacamos y lo que nos habían dado, así los que no nos conocían, por mancilla que habían de nosotros, como lo que los amigos por su liberalidad, todo nos lo robaron los ladrones, a los cuales, resistiendo por defen-