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y pena mía; finalmente, visto que no había otro remedio, viendo esas alhajas y ropa que tenía, aunque poca, apañé alguna suma de dineros, 10 cual especialmente me había sido mandada por la diosa, diciéndome:

"Veamos: si tú quisieses hacer alguna cosa para tu placer y deleite temporal, ¿perdonarías tus ropas? Pues para entrar en una religión como ésta, ¿por qué tardas en acompañarte de pobreza que nunca te arrepientas?" Así que, aparejadas abundantemente las cosas que eran menester, otra vez torné a ayunar diez días, contentándome con manjares de hierbas y no comer de cosas animadas. De más de esto, siendo amonestado por las nocturnas revelaciones del dios Osiris, estaba ya muy satisfecho para entrar en su religión, por ser hermana de la otra de la gran diosa Isis, y por esto yo frecuentaba su divino servicio, lo cual daba gran descanso y placer a mi luenga peregrinación y trabajo; no menos me ayudaba y daba abundantemente lo necesario a mi vivir el oficio de abogar causas en lengua romana, que con el favor de mi buena dicha yo ejercitaba y tenía, en que ganaba algo de lo que había menester: he aquí a poquillo tiempo, no pensándolo yo, que otra vez soy amonestado, compelido por maravillosos mandamientos de los dioses, para que la tercera vez me ordenase y consagrase en su religión, lo cual no poco cuidado y pena me dió, antes con gran congoja de mi corazón pensaba qué cosa podía ser esta nueva y no oída intención

Asno de oro
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