Página:La metamorfosis o El asno de oro (1920).pdf/378

Esta página ha sido corregida
374
 

que por los servicios presentes habría futura remuneración; no menos con todo esto, cada día me recrecía el deseo y codicia de recibir aquel hábito y religión, por lo cual muchas veces rogué y supliqué ahincadamente al principal de los sacerdotes que tuviese por bien de ordenarme para que yo pudiese intervenir en los secretos sacrificios; pero él era persona grave y muy afamado en la observancia y guarda de su religión; con mucha clemencia y humanidad, como suelen los padres templar los deseos apresurados de sus hijos, halagaba y aplacaba la fatiga de mi deseo, dilatando mi importunidad con promesa de mejor esperanza: diciendo que el día que cualquiera se hubiese de ordenar, había de ser mostrado y señalado por la voluntad de la diosa, y también por su providencia había de ser elegido el sacerdote que había de administrar en sus sacrificios, y, por semejante, ella había de declarar el gasto necesario para aquellas ceremonias, las cuales cosas nosotros somos obligados a guardar con mucha paciencia, y también guardarnos de ser apresurados y de ser remisos, apartándonos de no caer en culpa de lo uno ni de lo otro; conviene a saber: que si yo soy llamado a la religión, no tengo de tardarme, y si no me llaman, que no dé prisa a que me reciban; ni hay ninguno del número de estos sacerdotes que tengan tan perdido el seso, ni se pondría tan a peligro de muerte, que sin ser llamado por la diosa osase emprender tan sacrilego ministerio, de donde pudiese contraer culpa mor-