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mase. Pero porque la adivinanza y presagio de sueño se enderezase a bien, yo creía se me figuraba que el ofrecimiento de aquellas cosas que me daban en todas maneras significaban alguna cierta ganancia. En esta manera, estando en congoja, atónito con la prosperidad de la ganancia, esperaba la hora de maitines para que las puertas del templo fuesen abiertas, las cuales, desde que se abrieron, comenzaron a adorar, a suplicar a la imagen venerable de la diosa, y el sumo sacerdote, andando por esos altares y aras, procuraba de hacer su sacrificio y divinos oficios, y después tomó un vaso de agua de la fuente secreta, e hizo la salva como se acostumbra en las solemnidades y suplicaciones divinas, lo cual, todo muy bien acabado, los otros religiosos comenzaron a cantar la hora de prima. adorando y saludando a la luz del día, que entonces comenzaba. En esto he aquí do vienen de su tierra mis criados y servidores, que allá había dejado cuando Fotis, criada de Milón, me encabestró por su necio error; así que conocidos mis criados y mi caballo cándido y blanco que ellos me traían, el cual era perdido y lo habían cobrado por conocimiento de una señal que traía en las espaldas, por lo cual yo me maravillaba de la solercia de mi sueño, mayormente que de más de concordar con la ganancia prometida, me habría dado, en lugar de siervo Cándido, mi caballo, que era de color cándido y blanco, lo cual todo así hecho con mucha solicitud y diligencia, yo frecuentaba el servicio del templo, con esperanza cierta