en procesión, como habían ido, se tornaron a su templo. Después que hubimos llegado al templo, el principal de los sacerdotes y los otros que traían aquellas divinas reliquias y los que eran novicios en aquella religión, entráronse dentro en el sagrario, adonde pusieron sus imágenes y reliquias que traían. Entonces uno de aquéllos, al cual los otros llamaban escribano, estando a la puerta, llamó allí todo el colegio de aquellos sacerdotes, y de encima de un púlpito comenzó a pronunciar en palabras y lenguaje griego, diciendo:
"Paz sea al príncipe y gran senado, caballeros, y a todo el pueblo romano, y buen viaje a los marineros y a las naves que van por la mar, y salud a todos los que sen regidos y gobernados debajo de nuestro imperio."
En fin de lo cual, dió licencia a todo el pueblo, diciendo que se fuesen con Dios, a lo cual respondió todo el pueblo con gran clamor y alegría, por donde pareció que a todos había de venir buena ventura como el escribano decía. Después de esto, todos los que allí estaban con gran gozo y con sus guirnaldas de rosas y flores, besados los pies de la diosa, que estaba hecha de plata y puesta en las gradas del templo, fuéronse para sus casas. Pero a mí no me dejaba mi corazón apartarme de allí cuanto una uña. Mas atento con la hermosura de la diosa, me recordaba de la fortuna y acaecimiento que me había acontecido,