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esta diosa que te salvó con pasos alegres, porque lo vean los herejes y vean y reconozcan su error; he aquí, Lucio, librado de las primeras tribulaciones, se goza con la providencia de la gran diosa y triunfa con vencimiento de su fortuna; y por que seas más seguro y mejor guardado, da tu nombre a esta santa milicia y religión, a la cual en otro tiempo no fueras rogado ni llamado como ahora; así, que oblígate ahora al servi cio de nuestra religión, y por tu voluntad toma el yugo de este ministerio, porque cuando comenzares a servir a esta diosa, entonces tú sentirás mucho más el fruto de tu libertad."

De esta manera habiendo hablado aquel egregio sacerdote, estando ya cansado de hablar, calló, y después yo, mezclándome con aquella compa ñía de religiosos, iba en la procesión acompañando aquella solemnidad, señalándome y notándome con los dedos y gestos todos los de la ciudad, y todos hablaban de mí diciendo:

"La dignidad de nuestra gran diosa reformó y trasladó hoy a éste de bestia en hombre; por cierto él es bienaventurado y hubo buena dicha, que, por la inocencia y fe de la vida pasada, me reció tan gran favor y ayuda del cielo, que cuasi tornado a nacer hoy de nuevo luego fué dedicado y puesto en el servicio de las cosas sagradas."

Dicho esto, viniendo un poco adelante con la procesión, llegamos a la ribera de la mar, en aquel mismo lugar donde otro día antes mi amo había tenido su establo; y allí puesta la diosa y