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gazo la muy venerable figura de su diosa soberana, la cual no era de bestia, ni de ave ni de otra fiera, ni tampoco era semejante a figura de hombre; mas por una astuta invención y novedad, para argumento inefable de la reverencia y gran silencio de su secreta religión, era una cosa de oro resplandeciente figurado de esta manera: Un vaso pulidamente obrado, por abajo redondo y de partes de fuera bien esculpido, con figuras y simulacros de los egipcios; la boca no muy alta, pero tenía un pico luengo, como canal por donde echaba el agua, y de la otra parte un asa muy larga y apartada del vaso, encima del cual estaba torcida una muy poderosa serpiente Aspis, con la cerviz escamosa y el cuello alto y muy soberbio; y luego he aquí dónde llegan mis hados y beneficios, que por la presente diosa fueron prometidos, y el sacerdote, que traía esta misma salud mía, allegó a cumplir el mandado de la divina promisión, el cual traía en su mano derecha un pandero con sonajas, y colgada de ella una corona de rosas, la cual, por cierto, a mí se podía muy bien dar, porque habiendo pasado tantos y tan grandes trabajos y escapado de tan grandes peligros por la providencia de la gran diosa, yo hubiese vencido y sobrepujado a la crudelísima fortuna, que siempre lucha contra mí.

A todo esto yo no me moví súbitamente, arremetiendo recio y con ferocidad, temiendo que, por ventura, con el ímpetu repentino de una bestia de cuatro pies, no se turbase el orden y sosiego