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el andar, saltadores que bailaban y representaban una fábula griega, que se llama pírrica, los cuales, dispuestos sus órdenes, andaban sus graciosas vueltas, unas veces en rueda, otras juntos en ordenanza torcida, otras veces hechos en cuña, en manera cuadrada y apartándose unos de otros. Después que aquella trompa con que tañían hizo señal que acababan ya la danza, fueron quitados los paños de ras que allí había, y cogidas las velas, aparejóse el aparato de la fiesta, el cual era de esta manera: Estaba allí un monte de madera, hecho a la forma de aquel muy nombrado monte, el cual el muy gran poeta Homero celebró llamándolo Ideo, adornado y hecho de muy excelente arte, lleno de matas y árboles verdes, y de encima de la altura de aquel monte manaba una fuente de agua muy hermosa, hecha de mano del carpintero, y allí andaban unas pocas de cabrillas que comían de aquellas hierbas. Estaba allí un mancebo muy hermosamente vestido, con un sombrero de oro en la cabeza y una ropa al hombro, a manera de Paris, pastor troyano. El cual mancebo fingía ser pastor de aquellas cabras. En esto vino un muchacho muy lindo, desnudo, salvo que en el hombro izquierdo llevaba una ropa blanca, los cabellos rubios y de toda parte muy gracioso, y entre los cabellos saltaban unas plumas de oro, hermanadas unas a otras. El cual, según el instrumento y verga que llevaba en la mano, manifestaba ser Mercurio. Este, saltando y bailando, con una manzana de láminas