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era verdad decía que por demás tenía pena y sospecha que ella era su combleza, y llamando muchas veces el nombre de su hermano, aquella mujer le lanzó un tizón ardiendo entre las piernas, diciendo que mentía y fingía aquellas cosas que decía, hasta que cruelmente la mató. Entonces el marido de ésta y su hermano, sabiendo. su amarga muerte por los mensajes que vinieron, corrieron presto a la aldea donde estaba, y después de muy llorada y plañida, pusiéronla en la sepultura. El mancebo, su hermano, no pudiendo tolerar ni sufrir con paciencia la rabiosa muerte de su hermana, y que sin duda había sido muerta, conmovido y apasionado de gran dolor que tenía, en medio de su corazón, encendido de un mortal furor de la amarga cólera, ardía con una fiebre muy ardiente y encendida, en tal manera, que ya él le parecía tomar medicinas. Pero la mujer, la cual antes de ahora había perdido con la fe el nombre de su mujer, habló a un físico, que notoriamente era falsario y mal hombre, el cual tenía ya hartos triunfos de su mano y era conocido en las batallas de semejantes victorias, y prometióle cincuenta ducados por que le vendiese ponzoña que luego matase, y ella comprase la muerte de su marido, la cual, como vió la ponzoña, fingió que era necesario aquel noble jarabe que los sabios llaman sagrado para amansar las entrañas y sacar toda la cólera; pero, en lugar de esta medicina que ella decía, puso otra maldita pana ir a la salud del infierno. El físico, presentes todos