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los crueles celos entraron en casa del mancebo, y luego la mujer de aquel mancebo, que ahora estaba condenada a echar a las bestias por aquellos males que hizo, comenzó primeramente a sospechar contra la moza que era su combleza y que se echaba con su marido, y por ende decía mal de ella, y de aquí se puso en acecharla por todos los lazos de la muerte. Finalmente, que inventó y pensó una traición y maldad de esta manera. Esta mujer hurtó a su marido el anillo, y fuése a la aldea donde tenía sus heredades y envió a un esclavo suyo que le era muy fiel, aunque él merecía mal por la fe que le tenía, para que dijese a la moza que aquel mancebo, su marido, la llamaba que viniese luego allí a la aldea donde él estaba, añadiendo a esto que muy prestamente viniese, sola y sin ningún compañero; y porque no hubiese causa para tardarse, dióle el anillo que había hurtado a su marido, el cual, como lo mostrase, ella daría fe a sus palabras. El esclavo hizo lo que su señora le mandaba, y como aquella doncella oyó el mandado de su hermano, aunque este nombre no lo sabía otro, viendo la señal que le mostraron, prestamente se partió sin compañía, como le era mandado. Pero después, caída en el hoyo del engaño, sintió las acechanzas y lazos que le estaban aparejados. Aquella buena mujer, desenfrenada, y con los estímulos de la furiosa lujuria, tomó a la hermana de su marido, y primeramente desnuda la hizo azotar muy cruelmente, y después, aunque ella hablando lo que