la luz del día, partióse de mañana, dejando acordado otro tanto precio para la noche venidera, lo cual aquel mi maestro, concedió de su propia gana, sin mucha dificultad por dos cosas: lo uno, por la ganancia que a mi causa recibía; lo otro, por aparejar nueva fiesta para su señor. En fin, que sin tardanza ninguna, él le descubrió todo el aparato del negocio y en qué manera había pasado.
Cuando él oyó esto, hizo mercedes magníficamente a aquel su criado, y mandó que me aparejase para hacer aquello en una fiesta pública.
CAPITULO V
Y porque aquella buena de mi mujer, por ser de linaje y honrada, ni tampoco otra alguna se pudo hallar para aquello, buscóse una de baja condición por gran precio, la cual estaba condenada por sentencia de la justicia para echar a las bestias, para que públicamente, delante del pueblo, en el teatro, se echase conmigo, de la cual yo supe esta historia. Aquella mujer tenía un marido, el padre del cual, partiéndose a otra tierra, muy