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tan gran oficio en que había de entrar, prometió de dar al pueblo tres días de fiestas y juegos de placer, extendiendo largamente su liberalidad y magnificencia. En fin, tanta gana de la gloria y favor del pueblo, que hubo de ir a Tesalia a comprar bestias, fieras grandes y hermosas, y a traer siervos para el juego de la esgrima. Después que hubo a su placer comprado todas las cosas que había menester, aparejó de tornarse a su casa, y menospreciadas aquellas ricas sillas en que lo traían, y pospuestos los carros ricos, unos cubiertos del todo y otros descubiertos, que allí venían vacíos y los traían aquellos caballos que nos seguían, y dejados asimismo los caballos de Tesalia y otros palafrenes galos, a los cuales el generoso linaje y crianza que de ellos sale los hace ser muy estimados, venía con mucho amor cabalgando encima de mí, trayéndome muy ataviado con guarnición dorada y cubierto de tapetes de seda y púrpura, y con freno de plata, y las cinchas pintadas, y adornado de muchas campanillas y cascabeles que venían sonando, y mi señor me hablaba con palabras muy suaves y compañeras, y entre otras cosas decía que mucho se deleitaba por tener en mí un eonvidado y quien lo traía a cuestas. Después que hubimos caminado por la mar y por tierra, llegamos a Corinto, adonde nos salió a recibir gran compañía de la ciudad, los cuales, según que a mí me parecía, no salían tanto por hacer honra a Thiaso, cuanto deseando de verme a mí, porque tanta fama había allí de mí,