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mara no había muy grandes ratones ni moscas, como fueron otro tiempo las arpías, que robaban los manjares de Phines, rey de Arcadia. Entre tanto que ellos andaban en esto, yo, cenado de aqueflas copiosas cenas y bien gardo con los manjares de hombre, estaba redondo y lleno, y mi cuerpo, ablandado con la hermosa grosura, y criado el pelo, que resplandecía; pero esta hermosura de mi euerpo causó gran deshonra y vergüenza para mí, porque ellos, movidos de la grandeza no acostumbrada de mi cuerpo, y viendo que el heno y cebada que me echaban cada día se quedaba allí, sin tocar en ello, enderezaron toda su sospecha contra mí, y a la hora acostumbrada hicieron como que se iban al baño, y, cerradas las puertas de la cámara, como solían, pusiéronse a mirar por una hendedura de la puerta, y viéronme cómo estaba pegado con aquellos manjares. Entonces ellos, no curando de su daño y maravillándose de los monstruosos deleites del asno, tornaron el enojo en muy gran risa, y llamado el otro hermano y después todos los servidores de la casa, mostráronles la gula que no se puede decir, y digna de poner en memoria, de un asno perezoso; finalmente, que tan gran risa y tan liberal tomó a todos, que vino a las orejas del señor, que por allí. pasaba, el cual preguntó qué buena cosa era aquella de que tanto reía la familia. Sabido el negocio que era, él también fué a mirar por el agujero, de que hubo gran placer, y tan gran risa le tomó, que le dolían las ingles riendo, y abierta la cámara, sentóse y allí comenzó a mirar de cerca.