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todos los que decía, y fueron luego con mucha prisa al sepulcro donde estaba el cuerpo de aquel mozo, que casi ninguno de los jueces ni de los principales de la ciudad, ni aun tampoco de los del pueblo, quedó que no fuese allí con mucha curiosidad por ver aquel milagro. En esto he aquí su padre, que con sus propias manos, alzada la oobertura de la tumba, si os place, apartado ya el Imortal sueño, halló a su hijo que se levantaba, después de haber pasado los fines y término de la muerte, y abrazándolo fuertemente, diciendo palabras convenientes al gozo presente, enseñólo al pueblo, y así como estaba amortajado y ligadas las manos y con sus fajas envuelto, lo llevaron a la casa de la justicia.

Así que en esta manera descubierta y parecida líquidamente la traición del malvado siervo y de la pésima mujer, la verdad desnuda y clara pareció en presencia de todos, y la madrastra fué desterrada perpetuamente, y el esclavo fué ahorcado, y al buen médico, de consentimiento de todos, fueron dados los sueldos en precio de aquel oportuno sueño; y la fortuna famosa y digna de memoria de aquel viejo hubo el fin digno a sus merecimientos por la divina providencia, porque en un momento, y aun se puede decir que en un pequeño punto, después del peligno en que estuvo de perder sus hijos, súbitamente fué hecho padre de aquellos dos mancebos.

Asno de oro
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