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pequeños comienzos de indignación acontece muchas veces proceder gran sedición y cuestiones para perdimiento de las leyes de la ciudad, parecióles que era bien rogar a los oficiales de la justicia, y, por otra parte, refrenar al pueblo para que derechamente y por las leyes de los antiguos el proceso se hiciese, y oídas las partes y bien examinado el negocio civilmente, fuese la sentencia pronunciada, y no a manera de ferocidad de bárbaros, de potencia de tiranos, fuese condenado alguno, sin ser oído, y que en paz sosegada se diese un ejemplo tan cruel que todo el mundo lo supiese. Este saludable consejo plugo a todos, y luego mandaron al pregonero que llamase a todos los senadores, que viniesen a cabildo, los cuales venidos y sentados en sus acostumbrados lugares, según la orden de la dignidad de cada uno, el pregonero otra vez llamó y vino el acusador. Entonces, asimismo, por llamamiento del pregonero, entró el reo, y el pregonero amonestó a los abogados de la causa, según la costumbre del senado y leyes de Atenas, que no curasen de hacer proemios en la causa ni conmoviesen a los que allí estaban haber mancilla.

Estas cosas en esta manera pasadas supe yo, que las oí a muchos que hablaban en ello; pero cuántas alteraciones hubo de una parte a otra, y con qué palabras el acusador decía contra el reo, y cómo el reo se defendía y deshacía su acusación, estando yo ausente, atado al pesebre, no lo pude bien saber por entero, ni las demandas, ni