dico que es letrado, pero a cualquier hombre discreto, especialmente cuando ves a alguno ander sin tener calor en el cuerpo! Así ella, reciamente fatigada con la poca paciencia del amor, rompió el silencio de lo que callaba mucho tiempo había y envió a llamar a su hijo, el cual nombre de hijo ella rayera y quitara de muy buena gana, por causa de no haber del mismo vergüenza. El mancebo no tardó en obedecer el mandamiento de su madre enferma, y con el gesto triste y honesto entró en la cámara de la mujer de su padre y madre de su hermano, para servirle en todo lo que le mandase; pero ella, fatigada gran rato de un penado si encio, estando atada en un vado de mucha duda, cualquier palabra que pensaba ser muy convenible para la presente habla tornaba otra vez a reprobarla, y con la gran vergüenza tardábase, que no sabía por dónde comenzar. El mancebo, que ninguna cosa sospechaba, abarajados los ojos le preguntó qué era la causa de su presente enfermedad. Entonces ella, hallando ocasión muy dañosa, que es la soledad, prorrumpió en osadía, y llorando reciamente, poniendo la ropa delante la cara, temblando, le comenzó a hablar brevemente de esta manera:
—La causa y principio de este mi presente ma', y aun la medicina para él y toda mi salud y remedio, tú solo eres; porque estos tus ojos, que entraron por los míos a lo íntimo de mis entrañas, mueven un cruel entendimiento en mi corazón, por lo cual te ruego que hagas mancilla de