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tificados que estábamos allí, comenzaron con más diligencia a buscar todas las cosas de casa, y descubierta la cesta hallaron dentro el mezquino del hortelano, el cual, sacado de allí, lo presentaron ante los alcaldes, y ellos lo mandaron llevar a la cárcel pública, para que pagase la pena que merecía; y en todo esto nunca cesaron de burlar con gran risa de mi asomada a la fenestra, de donde asimismo nació aquel muy usado y común proverbio de la mirada y sombra del asno.