Página:La metamorfosis o El asno de oro (1920).pdf/299

Esta página ha sido corregida
295
 

dos cueros vacíos, y cabalgando encima de mí tomó su camino para aquella aldea, que sería obra de una legua de allí. Desde que hubimos andado nuestro camino, llegamos a aquellos campos donde moraba aquel buen hombre, el cual luego convidó a comer a mi amo y le dió abundantemente de yantar. Estando ellos altercando sobre el beber, acaeció un caso maravilloso: el cual fué que una gallina de las que allí había salió corriendo por medio de casa, cacareando, como hacen las gallinas cuando quieren poner sus huevos, y cuando su señor la vió, dijo:

—¡Oh buena servidora y asaz provechosa, que de mucho tiempo acá nos has servido poniendo cada día un huevo, y ahora, según yo veo, piensas en aparejarnos alguna cosa que comamos!

Y dijo a un mozo:

—Oye, tú, toma aquel canasto en que ponen las gallinas y ponlo en aquel rincón donde suele estar.

El mozo hizo lo que le fué mandado; pero la gallina, desechando el nidal acostumbrado, púsose allí delante los pies de su señor y echó un parto que no era huevo, pero era un pollo hecho con sus plumas, pies y ojos y voz perfecta, lo cual fué tenido por un anuncio de lo porvenir, y luego comenzó a andar tras de su madre. No menor agüero y que con mucha razón se podrían espantar los que lo viesen aconteció luego, el cual fué que debajo de la mesa donde comían se abrió tierra, de donde salió una fuente de mucha sangre,