otra; de la una parte se le representaba la fidelidad, de la otra la garancia; de la una la pena con que le amenazó su señor, de la otra el deleite provechoso del oro; finalmente, que el oro venció al miedo de la muerte, de manera que la codicia del hermoso dinero por ningún espacio de tiempo se le mitigaba; antes de noche le daba tanto cuidado la avaricia del dinero, que no podía dormir, que como quiera que su señor le había amenazado que no saliese de casa, el ansia del oro le sacaba fuera, y cuando más no pudo consigo tragaba la vergüenza, y apartada de sí toda tardanza, llegóse a su señora, y secretamente a la oreja le dijo todo el negocio como pasaba; ella, con la natural liviandad, luego obligó su pudicicia al maldito metal y se prendió por apañar el dinero; cuando Hormigón oyó esto, lleno de placer y gozo deseaba ya, no solamente recibir, sino siquiera tocar aquel dinero que en precio de su fidelidad había visto por su mal, y con mucha alegría fué a decir a Filesitero aquello que tenía concertado con su señora, y pidióle luego lo que le había prometido. Cuando Hormigón vió en su mano mucha moneda de oro, que nunca la había tenido de vellón, estaba tan alegre, que luego en viniendo la noche tomó a Filesitero solo, y cubierta la cabeza lo llevó a su casa y metió en la cámara de la señora. Los nuevos enamorados estando desnudos tomando el primer fruto de sus amores, no pensando ni sospechando la venida de su marido, dió súbitamente a la
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