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sas sucias, enemiga de fe y de honra, menospreciaba los dioses y mentía jurando por ellos, y con estos juramentos engañaba a todos y al mezquino de su marido; embeodábase luego de mañana y todo el día gastaba con sus enamořados. Esta mala mujer con grande odio me perseguía; que en amaneciendo, antes que ella se levantase, llamaba a los mozos y mandábales que echasen a moler al asno novicio; y como ella salía del palacio que se levantaba, allí en su presencia mandábame dar de palos; y cuando soltaban las otras bestias temprano, mandaba que a mí dejasen hasta más tarde, que no me diesen a comer; y esta crueldad suya fué causa que yo más en sus costumbres mirase; de manera que yo veía a menudo entrar un mancebo en su palacio, la cara del cual yo deseaba ver, mas no podía, por los ante ojos que traía ante los ojos; verdad es que no me faltaba astucia para descubrir en cualquiera manera la maldad que aquella mala mujer hacía a su marido; mas una vieja, que sabía la ruindad y era mensajera entre ella y su amigo, nunca partía todo el día de allí; las cuales en amaneciendo almorzaban, y el vino puro alternaban entre sí quien bebería más. La mala de la vieja alcahueta hacía estos aparatos engañosos en gran daño del triste marido, y aunque muchas veces me enojaba contra Fotis, que por hacerme ave me tornó en asno, en esta triste disformidad mía había placer, que como tenía las orejas largas, cualquier cosa que decían luego la oía aunque