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bró y alabó a Ulises haber alcanzado las soberanas virtudes por haber andado muchas ciudades y conocido diversos pueblos; así que yo, recordándome de esto, hacía muchas gracias a mi asno porque me traía encubierto con su figura, ejercitándome por muchos diversos casos y fortunas; por lo cual, si no fué prudente, al menos me hizo sabedor de muchas cosas.

CAPITULO IV

En el cual Lucio cuenta un gracioso acontecimiento; en el cual la mujer del tahonero, su amo, gozó un enamorado que tenía, y cómo tomándolos juntos los castigó, en la cual venganza le ahorcaron por arte de encantamiento.

Finalmente, que yo deliberé de traer a vuestras orejas una buena historia suavemente compuesta, mejor que las que he dicho, la cual comienzo. Aquel molinero que me compró era hombre de bien y de buena conversación y tenía una mujer la más pésima y mala que ninguna podía ser, con la cual él pasaba mucha pena y enojo en su casa; que por cierto yo había mancilla de aquel buen hombre, porque ningún vicio faltaba en aquella mala mujer, que todos se habían lanzado en su cuerpo como en una sucia necesaria: soberbia, cruel, lujuriosa, borracha, porfiada, avara en robar de donde pudiese, gastadora en co-