to semejantes piedras traer alrededor, pero como no sabía aquello, mintiendo que me espantaba, estaba quedo, que no quería andar, lo cual yo hacía, creyendo que como no me hallasen aparejado ni provechoso para oficio semejante, que me enviarían a otro lugar adonde hubiese más liviano trabajo; o, por ventura, me dejarían holgar y me darían de comer; pero en balde pensé yo aquella astucia dañosa, porque luego muchos de los que allí estaban se pusieron alrededor de mí con varas en las mano; y como yo estaba seguro, por tener los ojos tapados, súbitamente, dada señal y grandes voces, diéronme muchas varadas; y en tal manera con aquel ruido me espantaron, que luego, dejados todos aquellos consejos, muy sabiamente, como estaba ligado con aquellas cinchas de esparto, hice mis discursos y vueltas alegres; con esta súbita mudanza de un extremo a otro, los que allí estaban se finaban de risa.
Ya gran parte del día había molido, que andaba cansado, cuando me quitaron las cinchas de esparto con que andaba ligado a la piedra y lleváronme al pesebre; pero yo, aunque estaba bien fatigado y había menester descansar, que casi estaba perdido de hambre, pospuesto el comer, que tenía asaz delante de mí, paréme a mirar la familia y gente de aquella casa. ¡Oh Dios, y qué hombrecitos había allí pintados de las señales de los azotes que les daban, las espaldas negras de heridas y palos, con unos enjalmillos más para cobertura que vestidura; otros solamente en