dónde era yo. El le respondió que era de Capadocia y que era muy bueno y asaz recio. Preguntóle más, qué edad había. El pregonero, burlándose de mí, dijo:
—Un astrólogo que miró la constelación de su nacimiento, dijo que podría ahora haber cir.co años; pero él sé que sabrá mejor estas cosas según la profesión de su ciencia; y como quiera que yo a sabiendas incurra en la pena de la ley Cornelia si te vendiere ciudadano romano por esclavo, pero ¿por qué no compras un servidor tan bueno y provechoso, que te podrá ayudar así en casa como fuera de ella?
Con todo esto, aquel comprador malo no dejó de preguntar cuando esto oyó y sacar unas cosas de otras; finalmente, preguntó con mucha ansia si yo era manso. El pregonero le dijo:
—Es tan manso, que no parece asno, sino cordero; para todo lo que quisieres es aparejado; no muerde ni echa coces: que no puedes creer sino que debajo del cuerpo de un asno mora un hombre muy pacífico y modesto, lo cual puedes luego conocer y experimentar, porque si metes la cara entre los muslos de sus piernas, fácilmente podrás saber y ver cuán gran paciente te mostrará.
En esta manera el pregonero, con sus chocarrerías, trataba a aquel glotón echacuervos; pero él, que conoció que el pregonero le burlaba, hizo que se enojaba, y díjole:
—¡Oh cuerpo sordo y muerto, pregonero loco;