CAPITULO III
Luego llegamos a una aldea donde estuvimos tola aquella noche, y alli aconteció una cosa que yo deseo contar.
Un esclavo de un caballero, cuya era aquella heredad, estaba allí por mayordomo y guarda de toda la hacienda, y era casado con una moza esclava asimismo de aquel caballero; el marido andaba enamorado de otra moza libre, hija de un vecino de allí; la mujer, con el dolor y enojo de los amores del marido, tomó cuantos libros de sus cuentas tenía y toda la hacienda y ropa de casa, no estando allí su marido, y quemólo todo; y no contenta con lo que había hecho, ni pensando que estaba vengada de la injuria, tornóse contra sí misma y tomó en los brazos un niño hijo del marido y atólo consigo y lanzóse en un pozo muy hondo. El señor, cuando supo la muerte de su esclava y del niño y que había sido por causa de los amores del marido, hubo mucho enojo y tomólo desnudo y enmelado y atólo muy fuertemente a una higuera vieja, que tenía muchas hormigas que hervían de un cabo a otro;