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En esta manera, habiendo hablado y profetizado, Carites sacó un alfiler de la cabeza e hirió con él en los ojos de Trasilo, y dejándolo así ciego del todo, en tanto que con el dolor no sentido desechaba la embriaguez de aque' sueño, ella arrebató la espada desnuda que su marido Lepolemo se solía ceñir y echó a correr furiosamente por medio de la ciudad, que por cierto yo no sabía qué mal era que quería hacer, y así se fué corriendo hasta la sepultura de su marido. Nosotros y todo el pueblo, sin quedar nadie en casa, seguimos tras de ella, apercibiendo unos a otros que le quitásemos la espada de sus furiosas manos; pero Carites sentóse cerca de la se de Lepolemo, y echando a unos y a otros con la espada en la mano, después que vió los llantos y lloros de los que allí están, dijo:

—Apartad, señores, de vosotros estas lágrimas importunas; apartad el llanto, que es ajeno de mis virtudes, porque yo me vengué del cruel matador de mi marido; yo he punido y castigado al ladrón y malvado robador de mis bodas; ya es tiempo que con esta espada busque el camino para irme adonde estaba mi Lepolemo.

Y después que hubo contado por orden todas las cosas que su marido le reveló en el sueño, asimismo en qué manera y con cuánta astucia había engañado a Trasilo, dióse con la espada por debajo del pecho derecho, y así cayó muerta y revuelta en su propia sangre; finalmente, no pudiendo hablar claro, se le salió el ánima. Enton-

Asno de oro
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