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za: entonces la vieja, por mandado de su señora, le comenzó a halagar y hacer caricias, y, secretamente, sacado un jarro grande de vino, el cual estaba mezclado con cierta medicina para darle sueño, de allí con una copa le dió a beber tres o cuatro veces, fingiendo que su señora se tardaba porque estaba allí su padre enfermo y ella estaba cerca de él hasta que reposase; en esta manera, Trasilo, bebiendo de aquel vino seguramente y con aquel deseo que tenía, fácilmente la vieja lo enterró en un profundo sueño. Estando él ya dispuesto para sufrir todas las injurias que le quisiesen hacer durmiendo de espaldas, la vieja llamó a Carites, la cual, con esfuerzo varonil y cruel impetu, arremetió con aquel matador, y estando sobre él, dijo estas palabras:

—Veis aquí el fiel compañero de mi marido; éste es aquel noble cazador; éste es el marido mucho amado; esta mano es aquella diestra que derramó mi sangre; éste es el pecho que pensó y compuso aquellos engañosos rodeos y palabras para mi destrucción y pérdida; éstos son los ojos a quien yo en mal hora agradé, los cuales, en alguna manera sospechando las tinieblas perpetuas que les habían de venir, previnieron su pena: pues duerme seguro y sueña bien a tu placer, que yo no te heriré con cuchillo ni con espada; nunca plega a Dios que tal haga, porque no te iguale con mi marido en semejante género de muerte. Pero siendo tú vivo morirán tus ojos y no verás cosa alguna sino cuando