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con gran disimulación, comenzó a decir de esta manera:

—Necesaria cosa es, Trasilo, que tú me otorgues lo que con mucha gana y ansia te pido: lo cual es que, por algunos días, secretamente seamos en uno, en tal manera que ninguno de los familiares de casa lo sienta, hasta que pasen algunos días en que se cumpla el año.

Trasilo, cuando esto oyó, oprimido de la engañosa promesa de la mujer, consintió alegremente por cumplir su voluntad con ella a hurto; y luego deseó con gran voluntad la noche y obscuras tinieblas, posponiendo todas las cosas a una voluntad, que era tenerla a su placer. Carites le dijo:

—Tú, Trasilo, mira bien que lo hagas discretamente cubierta la cabeza y con tu capa, sola, sin compañía, vendrás a mi puerta callando al primer sueño, y solamente con un silbo que des, despertarás a esta mi ama, la cual estará es perando a la puerta, y como llegares, ella te abrirá y recibirá en casa, sin ninguna lumbre y te meterá en mi cámara.

Cuando esto oyó Trasilo, plúgole mucho de la manera y aparato que le decía de sus bodas mortales, y no sospechando otra alguna mala cosa, sino turbado con la esperanza, solamente se quejaba del espacio del día y de la mucha tardanza de la noche. Después que el Sol dió lugar a la noche, Trasilo, aparejado como lo mandó Carites y engañado con la vela engañosa del ama, lanzóse en la cámara lleno de placer y esperan-